Cada vez está más claro. Se acerca el fin del dinero físico tal y como lo conocemos para dar paso al dinero digital. ¿Por qué? ¿Cuándo será efectivo? ¿Quién o quienes están detrás de este cambio? Te lo explico:
Hace uno días publiqué un artículo sobre los pagos por WhatsApp. En él, explicaba lo avanzada que está China en cuanto a pagos digitales, donde los establecimientos del país empiezan a denegar dinero en efectivo y los mendigos piden limosnas por WeChat.
Pues bien, este cambio de paradigma también está instaurándose de forma acelerada en otros países como Europa y tú aún no te has dado cuenta.
Hace menos de un mes, el banco central de Suecia (Riksbank) advirtió de su preocupación ante la pérdida de masa monetaria en su país y el exponencial crecimiento de los pagos móviles. Una situación que parece extenderse al resto de la comunidad Europea de forma acelerada.
¿Quién está impulsando este cambio?
Es cierto que la propia sociedad y la evolución digital están colaborando en todo ello, pero ni mucho menos son los principales responsables.
Los bancos centrales occidentales son los principales responsables de este cambio. Ellos son los que queremos que abandonemos el efectivo. Pero…
¿Por qué?
Existen dos motivos principales, o mejor dicho, dos intereses principales por los cuales quieren que la sociedad se pase a los pagos digitales:
- El primero es el interés en el control de los datos. Poder acceder a toda la información de pagos en tiempo real. Una información privilegiada sobre el flujo monetario que les aportará un gran conocimiento (Big Data) y por supuesto, un dominio absoluto.
- El segundo es evitar el fraude fiscal y la economía sumergida. Si todos pagamos de forma digital, todo quedará registrado y de esta forma no se podrán evadir impuestos. De hecho, este es quizás, el principal objetivo por el cual vamos conducidos hacia esta nueva conducta digital.
¿Cuándo será efectivo?
El pronóstico es de unos 30 años para llegar a sea 100% efectivo. No obstante llegará y una vez más, cual borregos volveremos a ser guiados por las grandes potencias económicas mundiales a allí donde «debemos» estar.