—Profesor ¿Estas herramientas son «legales»? —me preguntan últimamente mis alumnos, cuando les instruyo en el uso de bots que automatizan interacciones en redes sociales.
—Legales son, pero éticas dependerá de vuestro uso —suelo responderles.
Y les entiendo perfectamente. Comprendo que cuestionen si es realmente bueno activar un script en sus navegadores, capaz de seguir perfiles, dar likes o incluso publicar comentarios en publicaciones de forma automática.
Un «depende» muy difícil de definir. Aunque existen ejemplos claros de mala praxis, como el uso de Bots por parte del gobierno de Trump en su triunfo presidencial (Aquí tenéis el informe del servicio de inteligencia de EEUU).
Hace ya un par de años, vimos como la Inteligencia Artificial en los coches autónomos, entraba en conflicto a la hora de decidir a quién salvar en un posible accidente. ¿Conductor o peatón? Aunque parece que Mercedes lo tiene bien claro: ante todo tu seguridad. La del conductor, «claro» está.
Este año desgraciadamente, ya hemos visto los primeros accidentes mortales de coches autónomos. Y consecuentemente, ha surgido la duda de la asignación de culpa ¿Programadores? ¿Copiloto? ¿El coche? Pues parece que aún no está del todo claro.
¿Cómo debemos enfrentarnos a ello?
Lo primero es no temer a la evolución tecnológica. Esto no es más que la repetición de épocas antiguas ante la transformación de la propia vida <<Qué haremos con nuestras yeguas de arado ante esto nuevo que dice llamarse rueda>>.
Los avances tecnológicos no son malos. Todo lo contrario. Siempre han sido y serán en beneficio de la propia humanidad. Aunque también habrá gente que los use en beneficio propio.
Lo segundo es replantear la ética actual. La cuál no contempla aún, la repentina penetración de la Inteligencia Artificial en nuestras vidas.
Algo que este mismo año empiezan a trabajar las más prestigiosas universidades del mundo, como la de Massachussets, donde lanzan un nuevo Master en Ética e Inteligencia Artificial (Aquí te dejo el Syllabus). Y también guías sobre ética, como la que acaba de publicar Google para su Inteligencia Artificial.
Y por último, adaptarse. Perder ese miedo lo desconocido, acercarse a él y buscar sus propiedades positivas para nuestros negocios y nuestra vida personal.
Como suelo decir en mis charlas: «La evolución tecnológica no sustituye al hombre, lo hace más fuerte«.
Y si no, que se lo pregunten a Steve Jobs (Allí donde esté) cuando creó iTunes mientras el resto daba la industria musical por perdida, ante la aparición de Internet y la era de la piratería.